11 de octubre de 2016

El hijo de las tinieblas (John Coyne)


No estoy teniendo suerte con los libros de la colección Gran Super Terror que hasta ahora han caído en mis manos. "Los engendros" fue una gran decepción, y "El hijo de las tinieblas", que reseñamos hoy, no deja el listón mucho más alto. Una pena, teniendo en cuenta que en Gran Super Terror hay mucha calidad donde elegir, pero claro, para apreciar el cielo hay que visitar el infierno de vez en cuando.

El hijo de las tinieblas narra la historia de la misteriosa aparición de un muchacho en las alcantarillas subterráneas de New York, se llama Adam y no es capaz de articular una palabra. Melissa, una mujer que trabaja en la oficina de acogida de menores se compadece el chico, y contraviniendo el protocolo intenta adoptarlo y cambiar de vida. Viajan a Beaver Creek, un idílico rincón apartado de la civilización con la esperanza de que el muchacho se recupere y vuelva a la normalidad.

Adam se ausenta con frecuencia de la cabaña alquilada por Melissa, cada desaparición suya coincide de forma sospechosa con la muerte de alguien del pueblo, y por si fuera poco, la iglesia de una secta considera a Adam con el elegido. Las muertes se multiplican y Melissa tratará por todos los medios de encontrar una explicación lógica, ya que se niega a creer que su Adam este involucrado en tanta maldad.

Todo y que el principio del libro promete, la sensación es que el autor se queda sin ideas a mitad de la narración, y quiere enmendar la papeleta con muertes y más muertes, sexo y más sexo, llevando a un cansado lector hacia un final absurdo sin pies ni cabeza. Un despropósito de ideas y una amalgama de tópicos aderezados con un estilo más plano que una lápida mármol.

Del autor, John Coyne, poco que añadir, especializado en literatura de terror, tiene un buen número de obras y relatos publicados, y saltó a la fama con su primera novela "El Piercing" publicada en 1979. Casi nada conozco de Coyne, por lo que no me voy a aventurar a juzgar su obra por una única novela, me gusta dar segundas oportunidades, y hasta terceras, con la esperanza de encontrar de vez en cuando algún diamante entre las rocas. 

Nota: 3,5/10

No hay comentarios: