13 de octubre de 2016

El árbol de las brujas (Ray Bradbury)


Si leer a Ray Bradbury en cualquier época del año es aconsejable, leerlo en otoño, y en octubre para ser más exactos, debería ser obligatorio. Bradbury tenía predilección por esa estación del año y ese décimo mes, época donde todo parece más gris y la oscuridad comienza a ganar la batalla a la luz. Ya pudimos comprobarlo con la lectura de sus relatos "El país de octubre".

El árbol de las brujas es un cuento de otoño, un relato para contar a los niños sentados alrededor de una fogata en el día de todos los santos, rodeados de crepitantes calabazas. 

Un grupo de chicos se prepara para celebrar la noche de Halloween, han desempolvados sus clásicos disfraces de esqueleto, brujas y momias, pero este año falta Pipkin, uno de chicos de la pandilla, su búsqueda los lleva a realizar truco o trato con un extraño personaje, Mortajosario (la muerte), que los invitará en un viaje iniciático a través del tradicional rito de la noche de los muertos.

El viaje comienza con el hombre mono de la prehistoria, continúa con las momias egipcias, nos traslada a las leyendas druidas, la mitología griega y romana, el oscurantismo de la época medieval, y las gárgolas de la catedral de Notre Dame, para acabar en México con la celebración más popular del día de todos los santos. En todas esas épocas se muestra a los niños (y al lector) el significado del rito, el verdadero motivo de la celebración.

"Pero, deteneos a pensar.
¿Qué significa en verdad la palabra Bruja ?
Inteligencia. Eso quiere decir. Conocimiento. De modo que cualquier hombre, cualquier mujer, con medio cerebro y ganas de saber algo tenía aptitudes, ¿eh? Y así a cualquiera demasiado despierto, que no se ocultaba bastante, lo llamaban...
- Brujo - dijeron los niños a coro."
(Cita de El árbol de las brujas de Ray Bradbury)

Pero el árbol de las brujas es más que una historia del día de Halloween, también es un canto a la amistad sincera entre los amigos, capaces de recorrer peligros en busca de Pipkin, incluso de ceder un año de su propia vida, a cambio de que su amigo sobreviva. 

Conmovedor relato, repleto de fantasía y nostalgia infantil, más cerca de los cuentos navideños de Dickens que de las novelas de terror que circulan por este blog. Aún así, merece la pena dedicar un par de horas a su lectura, a poder ser en octubre... el uno de noviembre como más tarde.

Nota: 6,5/10

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