19 de agosto de 2016

Arde, bruja, arde (Abraham Merritt)


Tengo un grato recuerdo de la última lectura de Abraham Merritt (El estanque de la luna), una novela rebosante de imaginación y aventuras, pero que para ser honestos, encaja mejor en un blog de ciencia ficción que en nuestro espacio dedicado al terror. Sin embargo, con "Arde, bruja, arde" no hay discusión posible, el terror esta presente tocando uno de los temas que han dado más juego en la literatura del horror: "Brujería".

La historia comienza cuando a un reputado doctor le traen un paciente en estado catatónico con todos los síntomas de una extraña parálisis y un gesto de terror en su cara. La cosa se complica cuando aparecen más pacientes con los mismos síntomas. El curioso doctor comienza a investigar el asunto, y todo le lleva a una tienda de muñecas un tanto especial, allí una vieja bruja elabora unas diabólicas muñecas que cobran vida para cumplir los oscuros deseos de la bruja.

Merritt combina a la perfección el género de terror con el detectivesco, consiguiendo una lectura dinámica y amena, con estilo directo, amplio vocabulario, y ritmo ágil. Por poner pegas, el final parece un poco forzado, de hecho el autor escribió dos finales alternativos, suponemos que no estaría muy satisfecho con el final original. Eso no quita para que la mayoría de críticos de su obra consideren a "Arde, bruja, arde" la mejor obra de Merritt.

Estamos hablando de una novela de 1932 publicada en forma serial en la revista Argosy, Merritt intenta darle un trasfondo científico a la trama de la historia, busca los mitos originales de la brujería y el arte de la animación de muñecos, y nos remonta a textos sumerios y egipcios donde se contrastan antiguos hechizos y técnicas para revivir esos objetos inanimados. Sin duda, unos años con un agradable aroma de inocencia, donde todo lo inexplicable se intentaba encasillar dentro de la lógica de la ciencia conocida en esa época.

Las secuelas ya las conocemos, decenas de películas y libros sobre muñecos asesinos, sin embargo, quedan lejos del espíritu original que el autor insufla a su novela.

Nota: 7/10

8 de agosto de 2016

El circo de la familia Pilo (Will Elliot)


El circo, ese reclamo para niños y adultos, ha estado siempre cargado con un halo de misterio y de retos a los miedos cotidianos: los acróbatas y el miedo a las alturas, el tragafuegos y el miedo al fuego, el número de los cuchillos donde se juega con la muerte, la adivina que predice tu negro porvenir, la casa del terror donde se paga por pasar un rato de miedo, y como no...los payasos, ese contrapunto aparentemente inofensivo de todo circo que se precie. Risas, aunque alguno de esos payasos halla quedado grabado en la retina de los niños y se presente de vez en cuando en forma de pesadilla.

Desde que Ray Bradbury con su "Feria de las tinieblas" abrió la veda del binomio circo-terror en la literatura del horror han sido muchos los autores que han sacado provecho del potencial del circo y los payasos en sus obras, Stephen King con "IT", o Will Elliot con "El circo de la familia Pilo" son claros ejemplos de que esta extraña combinación funciona muy bien.

Cotilleando un poco en la biografía del autor, el australiano Will Elliot (1979) abandonó a los veinte años sus estudios de derecho porque le diagnosticaron esquizofrenia, sin embargo, eso no le ha impedido (sería un poco cruel decir que le facilitado) escribir unas novelas cargadas de imaginación y con un sello de originalidad muy difícil de encontrar en los días que vivimos.

El circo de la familia Pilo cuenta la historia de Jamie, un joven normal que tras un encuentro fortuito con unos payasos de circo recoge una extraña bolsa que contiene un polvo blanco sospechoso, ese acto le valdrá la persecución por parte de los payasos y la entrada a el universo del circo. Si Jamie quiere salvar su vida ha de impresionar a los payasos con algún número espectacular.

De esta peculiar forma Jamie pasa a formar parte del mundo del circo, sólo que ese circo es diferente a los demás, seres grotescos forman parte del espectáculo, payasos psicópatas, Kurt el jefe es una especie de lagarto indestructible y castigador, un pirómano un potencia, personajes deformes, y un largo elenco de mostruosidades.

Cuando Jamie se maquilla se convierte en el payaso J.J, un ser mezquino capaz de hacer daño por placer. Aún así, Jamie quiere derrotar a su otro yo J.J y huir del circo, pero una cosa son los deseos y otra muy distinta la realidad.

Al autor se le ha preguntado muchas veces si el libro es una obra autobiográfica, por el desdoblamiento de personalidad y la esquizofrenia que sufrió. Elliot lo ha negado siempre.

Una lectura recomendada para aquellos que los payasos no les acaban de hacer mucha gracia.

Nota: 7,5/10